Me despertó el calendario del móvil, ahí estaba, no era más que un cuatro, 4, algo que grabé tiempo atrás sin saber que ese 4 no iba a ser un cuatro, sino una bomba de relojería, pero ahí estaba, tenía que hacerle frente. Nunca pensé que un simple número provocara una explosión así, de buena mañana, esperada e inesperada, son cosas que pasan. Me dije: Cuchillo, hoy va a ser un día complicado. Cuando te enfrentas a un enemigo poderoso y terrible necesitas usar todas las armas a tu alcance, así que eché mano de los amigos, esos que no fallan y ¡cómo no¡ de la música. También se conmemoran las derrotas, porque nos enseñan muchas cosas, puede que no nos favorecieran los astros, los dioses o las circunstancias, igual no luchamos con todas nuestras fuerzas, igual ayudamos a derrotarnos con nuestros defectos, quizás lo dimos todo pero no era suficiente o podría tratarse de una causa perdida ya antes de la batalla, el caso es que a veces tras la derrota viene la paz.
Cenamos en la bodega Valero, la cerveza corría como ríos crecidos por fuertes lluvias, tapas de puro colesterol, guindillas vascas, carajillos. Nos reímos y se nos veía como lo que somos, viejos amigos que disfrutan contándose sus problemas, diciendo disparates o compartiendo recuerdos. Acabamos en el Black Note haciendo cuatro temas (4), un poco afectados por la cerveza pero con el rock'n'roll saliendo a borbotones. Un enfermo necesita su medicina para sanar. Nunca más pondré un número en un calendario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario